Lección de historia natural / Jorge Villacorta (Texto completo)


Lorena Noblecilla ha iniciado un nuevo proceso de creación que responde a desafíos materiales y espirituales experimentados por ella. LECCIÓN DE HISTORIA NATURAL reúne los primeros frutos de sus indagaciones. En esta exposición individual la artista observa y registra tenazmente su circunstancia y su entorno, y toma impulso para excentrarse y tocar lo desconocido que está más allá de su percepción inmediata. Elige el desplazamiento continuo e inicia la construcción de un universo visual en el que confluyen su visión artística de las formas orgánicas e inorgánicas, naturales y artificiales, que comparten espacios de la existencia – aun cuando a menudo pasen desapercibidas-, y su manejo preciso de medios de creación cuyos productos incluyen las imágenes digitales (tanto fijas como en movimiento y la escultura del monolito hasta la línea en el espacio como el hilo de la araña). Esta vez Noblecilla incluso se aproxima a la información obtenida por medio de dispositivos avanzados de escaneo que generan imágenes de auscultación de la materia viva, tan enigmáticamente gráficas como los registros detallados de emisión de energía de estrellas en el cosmos. Las lecturas especulativas se multiplican pero solo para reconocer el contorno de lo inasible.

Lo que diferencia a la historia natural de las ciencias biológicas es que la primera se basa, fundamentalmente, en la observación, mientras que las segundas están fundamentadas, principalmente, en el experimento. Lorena Noblecilla asumió el rol de naturalista al interior de su espacio doméstico. Al origen una araña que empezaba a tejer su tela, la detuvo y la sacó de su distracción frente al mundo cotidiano. Entre las mismas plantas de siempre la artista observó algo, antes invisible: un hilo, una vida. El tiempo libre que tenía se volvió íntegramente un tiempo consumido por una obsesión: observar a la araña trabajar y vivir. Simple y llana y obsesivamente, el progreso del tejido de la tela la absorbió día tras día, y comprendió gradualmente que lo tejido por la araña era, para ésta, vivir. Con la cámara de video registró el proceso instintivo y ciego, y paralelamente, se volcó hacia algo externo a ella. Lo arácnido es una dimensión en la que la duración temporal revela su acento trepidante; el cuerpo de la araña es un haz de necesidades y recursos que produce el hilo que teje, del cual depende su vida.

Hilo que condujo a Lorena Noblecilla al corazón de su proceso creativo. Ya inmersa en él, lo escultórico apareció bajo forma de línea en el espacio, y fue la guía a un imaginario que requirió otras materialidades posibles para dar cuerpo a una nueva visión. Lo que la condujo al centro del laberinto, le permitió salir enriquecida para hacer un nuevo camino. En este punto, la experiencia corporal personal y la observación cotidiana de un comportamiento que construye incansablemente, se retroalimentan y la visión se torna una amalgama de impulsos de afirmación de vida, por sobre lo contingente de la existencia. El hilo cambia de consistencia. Se hace metal, dúctil y dialogante en manos de la artista, y también resistente. Atrapa la piedra y la tiene sujeta; se incrusta y vibra en ella. La araña, sin embargo, impartiría otra lección aún.

El hilo en el nuevo imaginario toma cuerpo como un signo amplificado y polivalente a raíz de instantes de observación que en un inicio fueron extraños e incomprensibles, y luego sobrecogedores. Un cambio de piel aconteció ante los ojos de Lorena Noblecilla. Lo arácnido se desvistió de la coherencia de la habitual modalidad inferior que le hemos asignado, y que supuestamente ocupa en el mundo viviente. La tela fue el escenario en el que la araña elaboró y ancló el andamiaje al que sujetó su ya ajustada y trajinada piel para, por efecto de la tensión de amarres, forzar las antiguas estructuras que la aprisionaban y emerger libre y holgada dentro de un nuevo exoesqueleto.

Cambiar de piel es renacer. Es volver de un lugar anterior, del que se temió, tal vez, no poder salir nunca. Es dejar, necesariamente, una etapa atrás e ingresar en otra que se irá formando en el tiempo. Es darse espacio y darse una oportunidad en un nuevo presente. El presente para una artista es el único momento propicio.

 

Jorge Villacorta Chávez, septiembre de 2022

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